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lunes, 17 de diciembre de 2012

V CX Castelo de Maceda



Pues bien, el ciclo-cross es divertido. Este circuito era demasiado revirado y no podías pillar ritmo: pedalear, frenar, trazar, pedalear, frenar, trazar...

Salida hacia arriba, sin forzar que mis rodillas luego se quejan, en el mini-llano empiezo a pasar a gente y me doy cuenta de la montonera que hay, mantengo un poco el equilibrio, intento subir y tengo que echar pie a tierra, con lo que pierdo más tiempo y me quedo último, incluso dejé pasar a un corredor que se le veía que tenía algo que disputar, no como yo. Me puse a rodar, alcancé a Jose Manuel y a Caramés (M50) y fui con ellos. Caramés me adelantaba en el último repecho pero a los diez metros lo pasaba (no tiene mucha técnica), José Manuel se cayó unas cuantas veces en las curvas con hierba... En una bajada un poco rota se me salió la cadena y me descolgué de Caramés. 
Una vez doblado, en vez de parar decidí dar una vuelta más para pillarle el puntillo a las curvas y a las cubiertas (estrenaba la trasera) en el terreno machacado, y en las barreras el pie izquierdo no se soltó e hice una cosa rara, fui con la bici medio arrastrando contra la barrera  

Haz lo que yo te diga, pero no lo que yo haga: cambié de tija para la carrera porque me daba miedo romper la de carbono que llevaba últimamente al montar de un salto y la posición cambió, así que el ilíaco volvió a tocarme los cojones; mis cervicales iban bastante tocadas y la mano derecha se me durmió. Es duro estar una hora seguida trabajando, sin beber. Aunque en algunas zonas no pedalees, tienes que ir muy atento y trabajando con la parte superior del cuerpo para trazar, corregir la trayectoria si la bici se va, absorber baches... 

Aún así, no acabé el último.

Y yo en el circuito. Espero que una buena porción de esa panza que me cuelga desaparezca durante el próximo desafío de Strava, The Festive 500.


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