Buscar este blog

lunes, 8 de agosto de 2011

I 24 Somozas Bike - Un globero en una carrera seria

Editado: podéis ver las fotos en una presentación de diapositivas.

El globero soy yo, por supuesto; la carrera seria, las 24 horas de As Somozas. No quiero decir que el resto de las carreras no sean serias, todo depende del grado de implicación y esfuerzo con que te las planteas, pero la idea de hacer varias carreras seguidas sin respetar mis biorritmos me intimidaba. Para colmo, una semana antes, justo en el inicio del puente del 25 julio, un palo rompe la patilla de cambio de mi Lynskey. Inmediatamente le envío un email con la foto a Isaac de Distribuciones Surbikes, quién me confirma que tienen la pieza en existencias y me la envía el lunes por la mañana, la suerte es que allí no es festivo. Convierto la bici a SS, por lo menos para rodar algo y que las piernas no se agarroten, pero la cadena se sale en un par de repechos y me clavo la potencia en el muslo, así que cada vez que voy a atacar una cuesta lo hago con miedo; bueno, lo de afinar la forma un poco antes de la carrera, lo dejamos para otra ocasión.

El viernes cargo el coche con todos los pertrechos, comida, líquido, repuestos, la bici ya reparada y a dormir. Me acerco hasta Monforte, allí me reúno con Óscar y Miguel, pasamos los bártulos a la Vito de Óscar y nos dirigimos hacia As Somozas. Según nos acercamos al circuito vamos viendo más y más coches con bicis en el techo, en un remolque… Al llegar empezamos a montar la tienda y la carpa, el potro de reparación de las bicis (que sólo usaremos para que sujete el rollo de papel), hinchamos el colchón y … jodert, parecemos profesionales.

A Luis le toca trabajar, hasta las 2 de la tarde no sale, y Miguel tiene que quedarse en Monforte por un problema familiar, así que la salida la toma Óscar, quién a pesar de salir en los últimos lugares, remonta y en la segunda vuelta ya va entre los quince primeros. Da sus tres vueltas, mientras tanto llega Miguel, y yo me preparo para mi relevo.



Hace calor, intento no forzar demasiado, pero tampoco me va bien ir despacio. El circuito mide 11 kilómetros, está muy bien señalizado y no es excesivamente duro, se compone de zonas reviradas y estrechas unidas por pistas anchas, con tres rampones: el primero va girando hacia la derecha, te da el sol y no ves el final; el segundo giras más de 90º sobre una alfombra de cronometraje y empiezas a subir sobre una pista llena de piedas sueltas, pero enseguida se alisa el terreno; el último es un sendero marcado entre eucaliptos, con la sorpresa final de un paso estrecho entre dos árboles que exigía precisión y mano firme para no quedarte clavado. Aunque no era una subida en el sentido estricto, el kilómetro 10 engañaba y robaba fuerzas sin que te enteraras. Las bajadas son variadas, desde pincha rápida y ancha en las que dejándote llevar alcanzabas los 60 km/h hasta sendero marcado sobre tierra suelta con algún escalón que se hacía más profundo con el paso de los corredores. Noto algunas molestias en la espalda durante unos cuantos kilómetros, voy pedaleando de pie y recupero. En la última vuelta los rampones los subo a pie para no desfondarme. Acabo mi turno bastante bien, para mi nivel, y le doy un repaso a la bici y descanso. 

Nuestro puesto, aunque es algo que no nos interese demasiado, va oscilando entre el décimo y el duodécimo. Según va cayendo la tarde, bajan las temperaturas: la previsión habla de 14º C, así que protejo con crema mis rodillas, zona lumbar y el cuello. Monto las luces en la bici y una linterna de LEDs en el casco, como apoyo. Ropa de abrigo, relevo a Óscar y a rodar. Es una sensación rara ir rodando en el silencio y en la oscuridad de la noche, ver a lo lejos las luces rojas de posición y los haces de las luces delanteras que de repente te alcanzan y te rebasan. Durante el turno de la noche, excepto Óscar todos sufrimos percances: Luis y Miguel rompen sus cadenas, la dirección y el cierre rápido trasero de mi bici se aflojan, tengo que parar a subir el sillín porque o bien se ha bajado o lo he dejado yo bajo, por eso mis molestias en la zona lumbar. Durante una vuelta, los dolores eran muy fuertes y tuve que realizar grandes esfuerzos para distraer mi atención del dolor.

Por fin se acaba mi turno, me ducho y pongo ropa de abrigo y me voy a dormir. ¡ Qué frío! El Tahoe de Miguel ofrece espacio suficiente para dormir y la luz me despierta a la hora en la que tengo que hacer mi relevo. Nos planteamos hacer una serie de 2 horas pero yo no puedo, la rodilla empieza a dolerme y estoy desfondado. Luis se cambia y da unas vueltas a buen ritmo, al igual que Miguel, y un poco antes de las 12 horas del domingo, paramos y empezamos a recoger. Nuestra carrera ya se ha acabado mientras los equipos de Cambre (2) y Ciclos Quintena luchan por la victoria hasta el último minuto. Nosotros nos vamos sin saber el puesto que hemos logrado.

Como primera experiencia no me quejo, me lo he pasado bien (a nuestra manera, sufriendo sobre la bici) y tomo nota de los fallos que he tenido para disfrutar más en la próxima edición.
Positivo: la organización estuvo muy bien; el sistema de cronometraje funcionó a la perfección; la zona de relevos genial, con la particularidad de que no podías circular sobre la bici; avituallamiento líquido las 24 horas; buena señalización del circuito, incluso de noche con reflectantes y luces rojas para avisar de los puntos delicados; los corredores respetaron el silencio de la zona de acampada; el circuito no se convirtió en una papelera.

Negativo: la cena; el desayuno horroroso (por favor, ese café frío), el concierto hasta las tantas de la madrugada.







1 comentario:

  1. Nos alegramos que disfrutarais a vuestra manera. Para el año que viene prometemos mas y mejor ;)

    ResponderEliminar